A lo largo de mis años como facilitador de procesos de crecimiento y desarrollo personal verifiqué como la percepción cognitiva de los alumnos iba mutando hacía una percepción de la realidad filtrada por creencias calificadas de empoderamiento individual basadas en la felicidad y en el yo primero.
El otro día en una consulta médica una mujer me decía que ella leía mucho sobre crecimiento y desarrollo personal y que consideraba que teníamos la capacidad de crear nuestro futuro.
Unido a esta perspectiva de «superwoman» he verificado otros que se pasan cada vez más al sutil mundo oscuro del yo, sano y equilibrado, primero. Es decir, primero yo y luego los demás.
Es decir, que para poder ayudar a los demás primero tengo que estar yo bien. Primero yo.
En el lado oscuro está Sauron, el todopoderoso personaje del «Señor de los Anillos». Y ahí está quedando atrapada mucha gente buscando su curación y sanación personal antes de cualquier cosa.
Y, aunque puedan ir como tribu, es decir, aunque son muchas las que se unen como grupo para prosperar, basta observar un poco su individualismo gregario que supone que más allá de ellas desparece su aparente espíritu colaborador.
Un sociedad de individuos empoderados supone caer en la trampa de la individualidad que acaba con la sociedad y la civilización.
Saruman es otro personaje del libro. Está empoderado y se considera con el poder suficiente para ganar.
La vida se está llenando de Saruman dominados por Sauron.
Sólo la Comunidad del Anillo, la humildad del servicio de pequeños corazones como Frodo y la unión de todos, por que, «Soy porque somos»(Ubuntu) lograrán salvar la civilización de las garras de un individualismo exacerbado.
