¿A dónde vamos?
Le preguntó.
Ya estamos.
Le respondió.
Peregrinar es fluir en cada instante, en cada momento, es ser consciente del momento, del mismo instante en que la vida trascurre en mí.
Huir del momento, salir corriendo o fluir y atravesarlo con la consciencia de que todo, absolutamente todo es impermanente.
Constantes peregrinos en el camino de la vida. Nada nos pertenece, todo nos es dado, incluso regalado. Al peregrinar, nada dejamos atrás pues nada tenemos, llevamos lo que somos y con ello basta.
Y siempre, siempre adelante.