Cuando el corazón habla lo hace en caricias. Si la mente las atrapa las convierte en viento, en ocasiones en vendavales cuando no huracanes. Los vientos de la mente los conocemos. Las caricias del corazón son fugaces y silenciosas por eso debemos estar atentos, para atraparlas y salvarlas de la truculenta razón que las transforma. Escucha a tu corazón. ¡Atrapa las caricias!