Dicen que con solo mirar los zapatos puedes sacar muchas conclusiones acerca de la personalidad y circunstancias de una persona.
Pocas personas conozco que vistan zapatos de color rojo. Desde el personaje de «El Mago de Oz», Dorothy Gale, que calzaba unos y hasta el fallecido Papa Benedicto XVI, son los dos únicos personajes que conozco.
Si, has leído bien, he denominado al Papa, personaje, un símbolo de la Iglesia Católica. Como tal, no le pertenece a nadie más que a su Iglesia y por eso representar el papel resulta tan difícil para muchos. Me explico.
A nadie se le ocurre poner en duda que los complementos (atributos) del Jefe del pueblo Apache forman parte del personaje que representa para ellos. Son estos complementos los que le hacen reconocible. Aunque todos sabemos que, como dicen l@s abuel@s «el hábito no hace al monje».
Los zapatos del Papa Benedicto XVI pueden parecer lo que tu mente quiera, como las plumas del Jefe Indio, pero lo que importa es lo que represente para ellos.
En el caso del Papa representan la sangre de los mártires sobre las que se asienta la historia de la Iglesia y que se cuentan por millones. Hombres y mujeres masacrados por su Fe.
Y añado, pues alguno ya estará en su cabeza preparando el tiro, y la sangre de todos aquellos que murieron a manos de quienes decían obrar en nombre de la Iglesia, que puede que sean tantos o más que los mártires. Inocentes víctimas del clericalismo uno de los peores defectos de la Iglesia en el que suele caer con frecuencia.
Francisco quiso conservar sus zapatos como expresión de humildad. Y aquí difiero con él.
El Papa no es una bandera. Es un símbolo. El Pontificado de Juan Pablo II se basó en un liderazgo de bandera en un momento de la historia reciente. Su propia vida hasta el final constituyó una bandera en defensa de lo que él consideró en cada momento un interés para la Iglesia. El Santo Juan Pablo II es una de mis debilidades y referencias.
Un Papa ideologo, es una bandera.
Cuando ocupas la Catedra de Pedro pasar a ser un símbolo. Tu personalidad y el personaje que representas pueden generar fricciones y ahí es donde comienza la transformación, es decir, o Tú o Nosotros.
Si optas por ser Tú u optas por ser Nosotros.
En la película «Los dos Papas», que recomiendo ver estos días, se presenta el posible e imaginado diálogo entre los dos Papas. Y expresa muy bien esta dualidad entre el Tú y el Nosotros.
Cada papado tiene un Carisma.
Benedicto XVI afirmó que siempre se consideró así mismo un «siervo de la viña del Señor» Así lo afirmó desde el balcón donde fue proclamado Papa. Y por eso cuando se dio cuenta de que no podría representar el personaje desde el Nosotros dejó paso.
El Espíritu dirige y es Él que ilumina la Iglesia desde su creación Él sabe más y mejor. Cada tiempo ha suscitado el Papa que merecía.
Francisco es Papa por designio del Espíritu y eso para mí me basta.
Ya no calzo zapatos prácticamente nunca, los he sustituido por zapatillas, botas y sandalias. Ya no tengo que representar al personaje (abogado). Cada día decido como quiero calzar y andar por la vida y, esa libertad, a la que no quiero renunciar, me impide ser Papa, entre otras razones…Por eso respeto tanto a quien renuncia a ser Tú para ser un Nosotros.