Venimos a este mundo dotados de tres recipientes o cántaros, yo prefiero denominarlas “Estancias”: el Cuerpo, la primero que se forma, lo hace ya dentro del seno materno, la Mente que irá conformándose a lo largo de la existencia con las vivencias y circunstancias y por último el Alma, que puede estar vacía toda nuestra existencia terrena.
EL CUERPO: es la estancia tangible, visible y material a los demás y a nuestros sentidos de los que está dotado para percibir el resto del mundo tangible, es decir, material y visible y parte de lo intangible, inmaterial e invisible. El Cuerpo crece y tiene memoria en el quedan reflejadas muchas experiencias.
LA MENTE: es la estancia intangible, visible y material dotada de una inteligencia que hemos ido desarrollando durante los miles de millones de años de existencia que progresa continuamente, que cada vez es más inteligente.
EL ALMA: es la estancia intangible, invisible e inmaterial que siempre espera, está siempre en continua espera pues su finalidad es albergar a su morador que en ocasiones nunca llega, de tal forma que muere el cuerpo y la mente y esta estancia puede estar vacía.
Estamos acostumbrados a llenar las dos primeras estancias. En ocasiones sin alcanzar a saber como son, pero conscientes de que existen, las estancias de la Mente y del Cuerpo son atendidas por tod@s. Más la estancia del Alma al ser intangible, invisible e inmaterial, por muchos es negada y por otros ignorada, más todas las tradiciones culturales la reconocen como cierta y le asignan diferentes nombres.
Tenemos el testimonio de quienes lograron recibir al morador de la estancia del Alma, podemos consultar sus experiencias.
Lo que sí tienen claro todos los seres humanos que pueblan la tierra es que las estancias del Cuerpo y la Mente existen, pero cada uno las “decora” y las “habita” de una misma manera, es lo que nos hace diferentes.
Si queremos una vida distinta no tenemos que cambiar lo que fuera existe sino cambiar nuestras estancias y hacer mudanza. Explorar nuestras estancias es el viaje más apasionante que existe, por increíble para muchos. Descuidarlas es otra opción. Atenderlas es la actitud que reporta más sabiduría.
Desde una atención y consciencia plena como el más celoso y profesional de los mayordomos o ama de llaves atender a las estancias es la función del “observador” del “testigo”, ese centro que somos y desde el que observamos nuestros pensamientos, emociones, cuerpo, alma y mundo.
La Espera en las Estancias provoca la pregunta: ¿Y qué esperan? y la respuesta es la misma para las tres: AMOR. En el momento en que el amor habite en ellas, en las tres a la vez, ¿Qué ocurre entonces?….Cuéntamelo cuando las decores con amor y me invites a tus estancias.
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