No hay camino más amargo que el del retorno.
No se trata de volver a casa por Navidad. Se trata de regresar exhausto por la batalla que parece perdida, con la cabeza gacha y los ojos sin lágrimas de las ya muchas derramadas.
Ese camino de regreso a casa cuál hijo pródigo de la parábola.
Más si hay en el corazón del ser humano una capacidad sobrenatural esa es la de acogida.
En los momentos de retorno refugiate en tu corazón. Es el experto en consolar y celebrar el retorno al corazón aún cuando abandonado quedó cuando marchaste de la mano del cuerpo el sentimiento o la razón.
Vuelve al corazón. Siempre tiene la puerta abierta, siempre espera, siempre aguarda, siempre vela siempre está. El cuerpo, los sentimientos y la mente duermen más el corazón nunca para su ritmo.
Cuando te sientas derrotado vuelve al corazón. Y si no encuentras el camino llámalo: Cómo? En y con el SILENCIO.
Siempre Adelante
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