CODICIA.
Disfrazada de motivación. Amparada por la ambición. Camuflada como progreso.
Sin límite, sin fecha de caducidad.
Hay que tener metas y ser ambiciosos nos dicen y nos lanzan a la carrera de la vida.
Sin la ambición, sin la motivación, sin el progreso no se avanza en la vida quedas en el mismo sitio y no se progresa, se nos repite y enseña.
La codicia empieza como la más noble de las causas. Es imperceptible por eso mismo. Se acaba instalando en la mente y deja hacer al corazón. Sólo sale al paso si se la ataca.
El justo equilibrio lo da la justa medida entre ambición y servicio.
En Desarrollo Personal se aprende a identificar la codicia como sentimiento, pues es reactiva y sale al paso en cuanto nos critican, es entonces la prueba de que la ambición se ha tornado en codicia. Es necesario parar, analizar y contemplar las metas, los logros, los caminos, los procedimientos y formas, verificar que ocurre en nuestro interior. De manera consciente tomar decisiones y pasar a la acción.
Es propio de los movimientos Cristianos Protestantes no Católicos fomentar el éxito como expresión de la Bendición de Dios. Esta creencia extendida por el mundo occidental se ha instalado en la cultura y choca con oriente donde la cultura del éxito tiene otro sentido por la influencia Budista ,entre otras.
La cultura del éxito es una creencia. Como tal innecesaria para la vida.
En su justa medida es el motor de muchas de nuestras acciones. Puede ser expansiva y puede ser muy militante.
La codicia de Occidente está dejando la tierra esquilmada y agotada en aras del progreso. La conciencia ecológica nació para buscar el equilibrio.