INFANCIA ESPIRITUAL

INFANCIA ESPIRITUAL.

Hay que volverse como niños. Quien quiera acceder al Cielo debe volverse como un niño.

La mayor parte de los que leamos estas líneas somos adultos. Ese fantástico concepto que nos otorga la seguridad de comportarnos como adultos y desde la que juzgamos y analizamos el mundo.

Cuando un adulto deja de serlo se le suele aplicar la expresión:»…es como un niño…» o «pareces un crio», «ya no tienes edad para esas cosas».

Ser adulto requiere una línea de pensamiento y creencias que suelen generar una rigidez corporal y emocional que interpretamos como normal y natural.

Para admirar a quien con nuestra misma edad tiene una actitud mental, emocional y corporal diferente y sobre todo muy muy flexible como los niños,  sino le juzgamos de sobrenatural o extraordinario.

La madurez no tiene que ver nada con la Sabiduría. Nos hacemos mayores y vamos perdiendo agilidad mental y corporal. Existe un punto intermedio del camino de la vida en el que estamos en el cenit de nuestra madurez y nos creemos los reyes al tener todo lo propuesto y deseado.

Más la Sabiduría y la Plenitud vital está en la infancia espiritual que consiste en la actitud de abandono confiado en las manos del destino en la certeza absoluta de que todo saldrá bien y si aún no ha salido bien es que aún no ha terminado la historia, como dirían en la india.

Esta actitud de abandono y confianza requiere fe y esperanza y  es compatible con una madurez mental, emocional y corporal más para su convivencia es necesaria la presencia de una Inteligencia que denominamos Espiritual.

Quien logra acceder a esta «infancia espiritual» comienza a ganar batallas sin haberlas empezado.

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