NIÑO INTERIOR

El Niño Interior es un constructo memorístico que determina nuestra vida de una manera evidente.

Construido a base de heridas y carencias,casi todas afectivas, y, en el que, además, se desencadenan conductas y actitudes reactivas incontrolables, en ocasiones, que puedan surgir en situaciones muy concretas y determinadas.

La mayor parte de las veces no somos conscientes de su aparición pues consideramos responsable de lo que nos pasa a la causa externa, la circunstancia que ha provocado la reacción desmesurada.

Cuando de manera consciente te das cuenta de su aparición, mitigas hasta su desaparición la causa externa y observas la causa interna.

Desapegarse del Niño Interior para observarlo cuesta y es necesaria la consciencia de su existencia. Dejarlo estar un rato mientras dura la observación para encontrar sus razones y reacciones es una gran estrategia.

Ayer tuve su visita. Darme cuenta de que era él duro media hora, durante la que consideré responsable a mi familia de lo que me sucedía. Luego, al darme cuenta de que era el Niño Interior, tomé cuenta del origen de su dolor, una situación de desamparo y falta de atención de sus padres en la infancia que fue interpretada como abandono. Su reacción típica era dejar de hablar, pasarse horas sin decir nada, enfadado. Finalmente dejé que se expresara en libertad, que tuviera su momento, pero en la conciencia plena de «ese» no era yo, pues yo realmente era quien lo observaba. Le acosté, se durmió y hoy aquí sentado frente a esta pantalla aún le queda presencia pero con mucha menos intensidad.

La percepción de un niño sobre la atención de sus padres es muy subjetiva. La compasión en el análisis debe ser permanente, de lo contrario podemos sacar conclusiones erróneas.

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