Los sueños, sueños son.
Quien vive de sueños ha de tener presente que son construcciones mentales y que los pensamientos y sensaciones que provocan son creados con tal fuerza y convicción que pueden provocar una distorsión entre lo vivido realmente y lo soñado.
Nos referimos hoy a soñar despiertos. Esa increíble facultad del ser humano que permite crear, pues todo proyecto o creación antes fue un sueño, una imaginación.
La imaginación desbordada y desbordante que muchos creadores gestionan para lograr producir con éxito sus obras creativas es un talento que se puede entrenar, pero que en la mayoría de los casos consideramos un «don» del que resto no disponemos y por tanto ni lo intentamos. No vamos al «gimnasio» de la vida para aprender a soñar despiertos y crear, cuando no pensamos que quien sueña es un «soñador» y que hay que tener los pies en el suelo pues así nos lo han enseñado desde pequeños:»Deja de soñar y haz lo que tengas que hacer».
Hemos sido castrados en los sueños, pues además pueden resultar peligrosos para el sistema, el status quo establecido. Pues es posible imaginar y soñar un mundo diferente y ese negocio va contra el negocio de quien vive del negocio en que vivimos.
Más soñar por soñar y como evasión es el más económico y barato método de evasión pars huir de la realidad. Fantástico mecanismo para no afrontar lo doloroso y limitante. En la película «La Vida ea bellla» vemos un ejemplo claro de como utilizar la imaginación para afrontar lo que no puedo cambiar y es doloroso.
Más si se desborda, si se automatiza y toma el control de nuestras vidas comenzará una carrera de evasión de la vida, una permanente insatisfacción por no tener en la realidad lo imaginado, una constante confusión entre lo vivido realmente y lo soñado. Un caos mental pues la mente es la primera afectada en sus memorias que no podrán distinguir entre lo vivido y lo soñado.
La bondad de soñar despierto como el arsénico depende de la dosis.